Fundé la escuela para tratar de contagiar mi amor por la cocina casera, de toda la vida, hecha al calor y al amor del hogar… porque nuestra moderna sociedad de consumo, en su loca carrera hacia ninguna parte, está perdiendo una de las bases principales de la buena salud: el uso de la llama.
Sin darnos cuenta estamos renunciando al placer y la satisfacción de la comida casera, pretendiendo sustituirla por alimentos sin vida ni energía, que al contrario de la dieta macrobiótica, ni alimentan ni potencian nuestra salud. Por ello, la alimentación macrobiótica es el concepto clave del equilibrio. Cocina de temporada e ingredientes frescos serán la llave que abra la puerta hacia una forma de vida más sana que potencie nuestra energía.
Alimentos vacíos que son los responsables de buena parte de los trastornos más comunes de nuestra sociedad: sobrepeso, diabetes, hipertensión… y un sin fin de problemas que podrían evitarse volviendo a nuestras raíces, volviendo a usar el fuego para crear calor y VIDA.
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Macrobiótica significa el arte de vivir una gran (Macro) vida (Bios). El significado de macrobiótico se refiere a algo relacionado con la macrobiótica, esto puede ser un alimento, una receta, un menú, un estilo de vida, etc.
La macrobiótica se enfoca en la elección de alimentos y en la forma de cocinarlos con el objetivo de lograr un equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu. Es una filosofía de Vida basada en la Antigua Medicina China, centrada en la observación y el uso consciente de la energía.
De esta observación nacen pautas y consejos de alimentación y estilo de vida que potencian tu salud, energía y vitalidad. La comida macrobiótica es aquella que se basa en alimentos naturales, frescos y de origen vegetal, en su mayoría, equilibrando los alimentos yin y yang.
La Macrobiótica te enseña a valorar los alimentos de una forma holística, de manera que además de su valor nutricional tiene también en cuenta su origen, el contexto en el que se consumen y sus efectos energéticos.
La filosofía de la Macrobiótica se basa en la idea de que los alimentos no solo proporcionan nutrientes esenciales para el cuerpo, sino también energía vital que puede afectar al equilibrio físico, mental y emocional de una persona. Según esta filosofía, el consumo de alimentos yin y yang en proporciones adecuadas es fundamental para alcanzar un equilibrio energético y una mejor salud en general.
Se busca equilibrar los opuestos en el cuerpo, la mente y el espíritu, y se considera que cada alimento tiene una vibración específica de yin o yang, que se refleja en su contenido energético. Por ejemplo, no tiene sentido comer mangos o piñas en invierno, porque son frutas de origen tropical, que enfrían y dispersan tu energía, y que consumidas a diario en invierno acaban por debilitarte. Sin embargo, si comes poca verdura fresca y tu dieta está basada en carnes, embutidos, huevos, sal, pan y alimentos muy concentrados, que generan mucho calor y tensión, quizá sí tenga sentido compensar estos excesos comiendo mango o piña.
Aunque tiene más sentido no comer tan denso ¿no?
En realidad, la cosa va por ahí, como ya habrás intuido. Se trata de seguir “el camino del medio”, que consiste en alimentarte un 90% a base de alimentos vegetales de temporada, como los cereales integrales, las legumbres, las semillas y las verduras, dejando alimentos extremos como los de origen animal o las frutas, para consumo ocasional. Esto es lo que se conoce como dieta macrobiótica, en la cual se evitan alimentos extremos como los productos lácteos, los huevos, los productos procesados y la carne. Un menú macrobiótico sencillo puede incluir una variedad de vegetales cocidos, arroz integral, un poco de pescado y una porción de fruta fresca como postre, alimentos macrobióticos frescos, naturales y de origen vegetal.
¿Alimentos extremos?… ¿Eso qué es? Para explicártelo tengo que hablarte de energía. ¿Te quedas a aprender?
¡Vamos allá!
Vivimos en un mundo dual, en el que el movimiento y todos los fenómenos surgen de la interacción de dos energías o fuerzas básicas, que son opuestas y complementarias.
Los antiguos chinos las llamaron yin y yang: el Yin es una fuerza centrífuga, expansiva, que dispersa la energía y por tanto enfría y ralentiza la actividad generando un crecimiento en sentido vertical. Se relaciona con la naturaleza, la tranquilidad, la humedad, la oscuridad y los estados mentales relajados. Alimentos yin son frescos, ligeros y húmedos, y se caracterizan por tener un contenido energético bajo.
Un ejemplo es la fuerza centrífuga que genera la Tierra al rotar sobre sí misma, fuerza que las plantas captan con mayor intensidad, por lo que podemos decir que el reino vegetal es yin.
Por otro lado, el Yang es una fuerza centrípeta, se refiere a lo activo, caliente, seco y luminoso. Se relaciona con la mente, la acción, la luz, el calor y los estados mentales activos. Los alimentos yang son más densos, pesados y secos, y se caracterizan por tener un contenido energético alto.
Un ejemplo es la influencia o acción del sol sobre la Tierra, energía que capta mejor el hombre y las especies animales, por lo que podemos decir que el reino animal es yang.
La noche es yin y el día es yang. La luna es yin y el sol yang. Las estaciones frías son yin y las cálidas yang.
En realidad, yin y yang son dos principios complementarios y opuestos que se encuentran en constante equilibrio e interacción en todos los fenómenos de la naturaleza, creando un pulso o alternancia entre contracción y expansión.
Como ya hemos apuntado, los vegetales son yin y los animales yang:
1. Las plantas están ancladas a la tierra, creciendo en un mismo lugar (pasivas-yin), mientras que los animales son independientes y móviles, capaces de cubrir un gran espacio con su actividad (activas-yang).
2. En los vegetales predomina la energía de la tierra (expansiva-yin), a la que están conectados y estrechamente ligados. En cambio, en los animales predomina la energía del cielo (contractiva-yang). Por eso los vegetales tienen formas más expandidas, como hojas y ramas, que crecen hacia fuera, mientras que los animales se desarrollan más hacia dentro, con órganos internos y células compactas.
3. La temperatura de las plantas es más fría que algunas especies de animales, de temperatura más caliente.
Todo esto es relativo y enseguida se os van a ocurrir excepciones, porque yin y yang no son los nombres de fenómenos o seres concretos, sino tendencias o fuerzas relativas en constante interacción.
En cada ser o fenómeno las encontramos en diferentes combinaciones y proporciones, de ahí que no haya dos seres idénticos sobre la Tierra.
Lo que interesa es ver cómo la Macrobiótica aplica el yin y el yang a los alimentos, porque de esta aplicación surgen recomendaciones sumamente útiles para equilibrarte y potenciar tu energía.
La macrobiótica recomienda comer en un 90-95% alimentos del reino vegetal, por las siguientes razones:
Los vegetales son complementarios con nosotros: pertenecemos al reino animal, por tanto en nosotros predomina la energía yang, por lo que los alimentos que nos van a equilibrar son los yin, es decir, los vegetales, y así seguir la filosofía de yin y yang.
El reino vegetal, al estar menos evolucionado, está formado por estructuras más simples, por tanto la digestión de los alimentos vegetales genera menos residuos y éstos son más fáciles de eliminar, lo que mejora la salud.
Basando nuestra alimentación en alimentos del reino animal enfermaremos tarde o temprano, ya que los seres del reino animal, al estar más evolucionados, generan más residuos, y éstos son más difíciles de eliminar. Así, con los años iremos acumulando desechos, que serán los responsables del ensuciamiento y degeneración de nuestras células, tejidos y órganos. Por ello, una dieta macrobiótica puede ayudarnos a prevenir estas enfermedades.
Esto nos lo confirma la información que tenemos sobre algunos pueblos excepcionalmente sanos y longevos: todos sin excepción basaban su dieta en alimentos del reino vegetal, siendo siempre la base los carbohidratos complejos (cereales integrales, legumbres y verduras).
A la hora de seleccionar tus menús cotidianos, la Macrobiótica tiene muy en cuenta la energía de cada alimento o familia de alimentos, ya que busca equilibrar la ingesta de alimentos yin y yang para lograr un equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu y evitar enfermedades. Eres lo que comes.
Aunque para un occidental yin y yang son conceptos extraños, son básicos para entender cómo nos afecta lo que comemos, ya que siguen la filosofía macrobiótica. Cada alimento capta estas dos vibraciones en diferentes proporciones e intensidades, y al comerlo nos transmite esas energías. Según cuál de las dos energías predomine en los alimentos, se clasifican en tres grandes grupos:
Alimentos de extremo expansivo: Yin
Alimentos de extremos contractivo: Yang
Alimentos de centro: Suavemente ying-yang
Son alimentos en los que predomina intensamente la energía yin. Por tanto, al comerlos dispersan nuestra energía, y tienen uno o varios de los siguientes efectos: refrescar, enfriar, dilatar, hinchar, abrir, relajar, debilitar (cuando se toman a diario y/o en exceso), y que no se recomiendan en exceso dentro de la dieta macrobiótica.
Son alimentos ligeros, que tienen biotropismo hacia la zona superior y hacia la superficie del cuerpo, es decir, que sus efectos se dejan notar más en los órganos y tejidos más superficiales, entre ellos la piel, y en la zona del pecho y la cabeza. Si basamos nuestra alimentación cotidiana en alimentos de extremo yin, o éstos predominan en nuestros menús, físicamente tenderemos a la debilidad, el frío, la fatiga y puede que tengamos predisposición a sufrir diarrea y que nos cueste conciliar el sueño por las noches, lo que va en contra de los beneficios de la alimentación macrobiótica.
Mental y emocionalmente podemos tener problemas de concentración, dispersión mental, sensación de aturdimiento, dificultad para concretar nuestras metas y proyectos, dificultad para organizarnos, sentirnos sobrepasados por los problemas o sentir que no tenemos coraje para afrontarlos, idealismo excesivo, siempre pensando en el futuro, tendencia a la melancolía, llanto fácil… Lista de alimentos de extremo yin, de más extremos a menos:
– Drogas y medicamentos
– Alcohol
– Azúcar, cacao, chocolate, pasteles y dulces en general
– Té, café, mate… y otras bebidas estimulantes
– Miel de abeja
– Especias
– Leche y yogur
– Tofu
– Frutas tropicales
– Verduras tropicales
– Setas
– Hierbas aromáticas
– Endulzantes naturales: mieles de cereales, concentrado de manzana,
algarroba, azúcar integral de caña, agave…
– Frutas de clima templado
– Cereales y harinas refinada
En ellos predomina intensamente la energía yang, por lo que al comerlos concentran nuestra energía, y tienen uno o varios de los siguientes efectos: calentar, secar, contraer, cerrar, tensar (consumidos a diario), fortalecer (consumidos ocasionalmente en poca cantidad).
Son alimentos densos, con un marcado biotropismo hacia la zona inferior y hacia lo profundo del cuerpo, es decir, que sus efectos se notan más en los órganos y tejidos más internos y en la mitad inferior.
Si basamos nuestra alimentación cotidiana en alimentos de extremo yang, o éstos predominan en nuestros menús, con el tiempo vamos a acumular tensión y físicamente podemos tener tendencia al acaloramiento, contracturas, sobrepeso, insomnio de madrugada (despertarse sobre las 3 de la mañana), estreñimiento, hipertensión y colesterol elevado.
Mental y emocionalmente pueden surgir conductas controladoras, agresividad, impaciencia, intolerancia, rigidez, testarudez, siempre querremos tener la razón o llevar la iniciativa, tenderemos a centrarnos en lo material y a aferrarnos al pasado, lo que va en contra de la filosofía de equilibrio y armonía de la Macrobiótica. Por ello, es importante tener en cuenta un menú macrobiótico sencillo, siendo conscientes y eligiendo los alimentos adecuados a consumir.
– Sal y condimentos salados (miso, salsa de soja, umeboshi…)
– Huevos
– Pan y harinas horneadas (galletas, tostadas…)
– Aves
– Conejo y carne de caza
– Carnes rojas y embutidos
– Quesos curados y salados
Puede parecer que por ser centrados no son ni yin ni yang, que son neutros. En realidad, los alimentos de centro también se pueden clasificar en expansivos y contractivos, sólo que sus efectos son mucho más suaves que los de los alimentos extremos.
Son, de yang a yin:
– Pescados y mariscos
– Cereales integrales en grano
– Seitán
– Algas
– Legumbres
– Tempeh
– Cereales en forma de sémolas y pastas
– Semillas y frutos secos
– Verduras de clima templado (4 estaciones)
– Aceites vegetales.
Si aspiramos a equilibrarnos a través de lo que comemos, nuestra dieta debe estar basada en alimentos de centro, con pequeñas cantidades de algunos alimentos más extremos, que darán variedad y “chispa” a nuestros platos.
Importante: extremo no es sinónimo de malo, simplemente su efecto es más intenso, y por eso no son alimentos para utilizar en grandes cantidades o a diario. Su utilidad es complementaria, y no todos deben suprimirse, sino reducir la cantidad consumida y asegurarse de que sean de alta calidad.
En definitiva, un menú que incluya los alimentos macrobióticos adecuados, teniendo en cuenta las ventajas y desventajas de este tipo de dieta, te ayudará a conseguir el equilibrio adecuado entre cuerpo, mente y espíritu.
Aprende a crear salud y energía en tu cocina:
Rosa Tugores