¿Qué es la Paleodieta?
Es una dieta basada en la idea de que deberíamos comer como nuestros ancestros del Paleolítico, cuando los humanos eran cazadores-recolectores nómadas. Según la Paleodieta, deberíamos limitar nuestro menu a:
- Carnes rojas
- Carnes magras y de caza
- Huevos
- Pescados y mariscos
- Semillas y frutos secos
- Verduras
- Frutas
Excluye, por tanto, los cereales (incluso los integrales), las legumbres y los lácteos, ya que considera que entraron en la dieta humana hace menos tiempo y que nuestro sistema digestivo aún no está adaptado a ellos.
Quienes siguen la paleo dicen que el hombre comenzó a consumir cereales, legumbres y lácteos hace unos 10.000 años, cuando comenzó el Neolítico, la etapa en que nació la agricultura y la ganadería. Personalmente opino que hay muchas razones para no seguir la dieta paleo, y voy a compartirlas contigo.
La Paleodieta no tiene base científica
Las investigaciones paleontológicas no confirman la teoría de que el hombre paleolítico comía a base de carne y verduras, sin nada de cereales y legumbres:
– No se sabe exactamente cuándo entraron los cereales en la dieta
humana: Las investigaciones paleontológicas y antropológicas no han logrado determinar con exactitud cuál fue la dieta de nuestros antepasados, por lo que no podemos afirmar con seguridad que hubo una dieta típica ni del Paleolítico ni del Neolítico.
– La paleodieta es un invento moderno sin ningún fundamento científico. Lo único que se sabe con certeza es que hemos evolucionado como omnívoros, ya que nos hemos ido adaptando a los cambios ambientales modificando nuestra dieta1.
– Los cereales y las legumbres silvestres ya se consumían en el Paleolítico: Con el Neolítico no pasamos de la noche a la mañana de un consumo exclusivo de carne a consumir cereales. Lo que cambió es que aprendimos a cultivarlos y cocinarlos, y eso incrementó el volumen de granos en la dieta y redujo el de carne y otros alimentos de origen animal.
– Las investigaciones confirman que nuestros antepasados conocían y consumían cereales mucho antes del Neolítico. En 2018 se descubrieron restos de pan carbonizado que datan de 14.400 años de antigüedad, en un yacimiento al noroeste de Jordania 2
1 Bermúdez de Castro J.M.; Bermúdez de Castro, E. “Pequeños pasos creciendo desde la prehistoria”. Crítica 2017.
P.181-193.

– Las diferencias entre la alimentación paleolítica y neolítica no fueron tan drásticas:
Para la mayoría de los investigadores resulta obvio que nuestros antepasados no lograron evolucionar consumiendo solamente carne y grasa de mamíferos. Ese tópico del cazador primitivo que sólo comía carne no se sostiene.
El consumo de hidratos de carbono procedentes del mundo vegetal tuvo una importancia decisiva, sobre todo teniendo en cuenta el enorme gasto energético de nuestro cerebro, que utiliza el 25% de la glucosa disponible en el cuerpo.
Las investigaciones apuntan a que las amilasas, que son las enzimas
que nos permiten asimilar los carbohidratos, aparecieron entre 39 y 42 millones de años atrás.
Por otra parte debemos recordar que, paralelamente al desarrollo de la
agricultura, el hombre del neolítico desarrolló también la ganadería, y por tanto su dieta no pasó a ser completamente vegetariana, sino que siguió siendo mixta u omnívora.
Paleo dieta beneficios
Los beneficios de la paleo no se deben al consumo de carne, sino a la eliminación de los azúcares simples
Es cierto que hay personas que adoptando esta dieta han logrado adelgazar, regular sus niveles de azúcar e incrementar su energía. Normalmente son personas que comían muchos carbohidratos refinados: patatas, pan blanco, cereales refinados, bollería, dulces, chocolate, refrescos… alimentos que aportan azúcares simples y que provocan obesidad, altibajos de la glucemia y bajos niveles de energía.
Por tanto, cualquiera que elimine estos alimentos tendrá los beneficios
mencionados. Pero para ello no hace falta ponerse a comer carne y grasas como un loco: basta sustituir los cereales refinados por los integrales.

Las dietas a base de proteínas animales deterioran la salud
Una alimentación rica en carnes y grasas de origen animal incrementa el riesgo de enfermedades degenerativas, como obesidad, diabetes, hipertensión, cáncer y trastornos hormonales, entre otras. Esto ha sido constatado por numerosos estudios, y maravillosamente expuesto por el doctor T. Colin Campbell en su bestseller internacional El estudio de China.
– Las proteínas no son el mejor nutriente para obtener energía: su
función es estructural, no energética, es decir, sirven sobre todo para construir y mantener las estructuras corporales, pero no son un buen combustible.
Es mucho más fácil para el cuerpo obtener energía de los carbohidratos
y de las grasas que de las proteínas. Ya expliqué en mi artículo sobre la dieta cetogénica que el combustible preferido de las células es la glucosa y cuando ésta se acaba, pasan a quemar grasas.
Sólo en casos de carencia severa de glucosa y grasas el cuerpo transforma las proteínas en combustible utilizable, con gran esfuerzo y desgaste de hígado y riñones.
– La digestión de las proteínas genera amonio, un desecho ácido
muy tóxico que el hígado debe transformar en urea para que pueda eliminarse a través de la orina. Es un proceso fisiológico natural, pero si comes demasiada carne, huevos o lácteos llega un momento que sus desechos exceden de la capacidad de transformación y eliminación de hígado y riñones y se empiezan a acumular en tus tejidos. Sobre todo a partir de cierta edad, cuando hígado y riñones pierden eficacia. Esta acumulación genera una condición de acidosis metabólica crónica, que si no se corrige acaba generando:
- Cansancio
- Dolores musculares, articulares y óseos
- Retención de líquidos
- Problemas de piel y mucosas
- Insomnio
- Ataques de gota, por la acumulación de cristales de ácido úrico en las
extremidades. - Cáncer: ya que las células mutan para sobrevivir en ese entorno tan
ácido.
Por eso desaconsejo las dietas basadas en proteínas animales, como la paleo o la cetogénica, porque en el medio y largo plazo no dan buena calidad de vida. La mayoría de quienes siguen estas dietas suelen ser jóvenes, deportistas o personas interesadas en una dieta sana debido a algún problema de salud, pero que aún carecen de la experiencia y el recorrido que otorga el paso de los años. Creen que por seguir una dieta 2 ó 3 años ya “lo tienen”, cuando en realidad ese es un plazo corto en el marco de toda una vida.
Las dietas proteicas o a base de grasas sólo las puede soportar un cuerpo joven, con órganos capaces de transformar y eliminar eficientemente
los residuos ácidos y tóxicos que generan.
Pero a medida que uno se hace mayor hay que aprender a escuchar y
cuidar el cuerpo de otra manera, respetándolo y no forzándolo. Forzar la
máquina sólo va a conducir a averías.
Según puedo observar y ver a mi alrededor, las personas mayores que
basamos nuestra alimentación en el mundo vegetal solemos tener mejor salud que aquéllas que siguen comiendo a base de carnes, huevos y lácteos. Aún así, muchos siguen empeñados en negar la evidencia.
Basar la dieta en carne y huevos genera tensión y ansiedad
La Macrobiótica nos aporta el aspecto energético de esta cuestión: la carne y los huevos son alimentos densos, del extremo yang, con una energía
muy calorífica y contractiva.
Por tanto, un alimentación basada en estos alimentos creará un estado
energético de tensión y calor excesivo, que tarde o temprano buscarás
compensar con dulces, alcohol y todo tipo de alimentos del extremo yin:
helados, bollería, chocolate, pasteles, caramelos, bebidas azucaradas,
cerveza, vino, licores, yogur y leche, entre otros.
La ansiedad por los carbohidratos refinados está casi asegurada, porque
tantas proteínas generan mucha necesidad de azúcar, y eso a la larga, sumado al desgaste de hígado y riñones, va a conducir al sobrepeso.
Las dietas a base de carne no son sostenibles
Para producir un kilo de carne se necesitan las siguientes cantidades de
cereales:
1 kilo ternera: 16 kilos de grano
1 kilo cerdo : 6 kilos de grano
1 kilo pavo: 4 kilos de grano
1 kilo pollo o huevos: 3 kilos de grano
¿Sabes cuántas personas se podrían alimentar con 16 kilos de grano?
¡Más de 200!
Si en lugar de destinar los cereales a alimentar al ganado se destinaran
al consumo humano se acabaría con el problema del hambre en el planeta. Pero además, desde el punto de vista ambiental también saldríamos todos ganando, porque:
– Los animales domésticos contribuyen a la contaminación del agua
en una proporción 10 veces mayor que el hombre y 3 veces más que la
industria. Sus excrementos contaminan el suelo con nitrógeno, amoniaco y
nitratos, que se filtran y van a parar a las aguas subterráneas y a los lagos, ríos y mares, contaminándolas.
– La dieta de los países ricos, a base de carne, huevos, leche y sus derivados está agotando las tierras cultivables del planeta, porque requiere dedicar grandes extensiones de terreno a la producción de granos y soja para alimentar al ganado. Este cultivo masivo y extensivo, para el que se utilizan grandes cantidades de pesticidas, herbicidas y fertilizantes, conduce a un empobrecimiento del suelo y a la obtención de cosechas de menor calidad nutricional.
Y un suelo empobrecido es difícil de recuperar. Así, se están echando a perder las tierras cultivables con el insensato fin de satisfacer un consumo de carne y productos animales muy superior al que sería aconsejable desde el punto de vista de la salud.
Podemos por tanto decir que el consumo masivo de proteínas animales es contrario a la salud de las personas, los animales y la del propio planeta.
En mi opinión la cultura capitalista tiene una mala relación con la comida, que genera sufrimiento y problemas de salud importantes. Por eso estoy preparando un webinario gratuito titulado ¿Cómo me relaciono con la comida?: te dejo el enlace para inscribirte:
¡Hasta entonces, te mando un fuerte abrazo!
Más allá de mi formación y estudios, lo que más valoro son los 20 años que llevo practicando lo que enseño, alimentándome y viviendo según los principios macrobióticos. La experiencia derivada de ese recorrido de 20 años dando clases y consultas, sumada a mi compromiso constante con la alimentación sana, es mi receta para el bienestar, y disfruto compartiéndola.
A través de los cursos y charlas que ofrezco en mi escuela transmito ese legado, iniciando a otras personas en el camino de la salud y la conciencia a través de la alimentación.